lunes, 4 de abril de 2011

Cuento de la creación el aire acondicionado


Cuento de la creación del aire acondicionado

Un día el Señor se levantó cansado y fatigado porque no había dormido en toda la noche y no había cerrado los ojos más que para esforzarse de no mirar al techo (del cielo, naturalmente), así que decidió hacer algo porque no había dormido por culpa del calor.
Desgraciadamente el aire caliente va hacia arriba y el día anterior el sol había realmente exagerado así que hasta las nubes quemaban, tanto que no había manera de salvarse de su reflejo incesante.
Ese día el sol seguía pegando duro.
"A invento hecho no se le puede poner remedio". El Señor se acordaba de un antiguo refrán chino que había oído recién inventada China. "No le des un pescado al que no tiene para comer, enséñale a pescar". "A mi mujer la pego cada día, ella sabe por qué." Y así sucesivamente.
La Gran Muralla china ha sido construida con la fuerza y la sabiduría: la fuerza de los brazos de los chinos y la sabiduría de quien repartía bofetadas y refranes cuando alguien levantaba la cabeza para ver si por fin el sol se ponía, porque en la oscuridad, naturalmente, las piedras no habrían sido colocadas de la manera adeguada. De este modo, a fuerza de mirar para ver si el sol se ponía, a alguien se le nubló realmente la vista y, para evitar problemas, los ojitos se pusieron en forma de almendras, pequeños, pequeños y negros.
Con que: ¿"A invento hecho no se le puede poner remedio"?, dices tú, pequeño pueblo chino, que Yo he puesto cerca del Río Amarillo y cerca del Río Azul para que llegues a ser grande y poderoso y le enseñes a pescar al que no sabe? Pues, te equivocas. El remedio existe. Yo nunca cambiaré el sol, lo he creado así y así me gusta, pero el calor, el calor sí que le puedo cambiar. Anularle no, porque forma parte del sol y el sol está bien así como está, pero Yo te digo, pequeño pueblo chino, que existe un remedio y es el aire que se enuelve sobre él mismo, se repite y es refrescante.
-Y ,¿cómo, si no le impolta decílmelo?
-Circuito.
-¿Cilcu-qué?
-Circuito, ¡tonto! (en sentido cariñoso, naturalmente). El circuito es lo que vuelve sobre sí mismo y no acaba más que cuando se acaba la carga eléctrica, pero este es otro problema. Bueno, el circuito. Cojo una caja de cartón, practico unos agujeros en el sitio adecuado y pongo la caja en dirección del viento Maestral, desde NO hacia SO, donde sopla el viento Lebecho y allí, en el punto de encuentro, se realiza el intercambio de temperaturas: el frío del Maestral y el calor del Lebecho se mezclan dentro de la caja y aparece el aire templado del mes de mayo que es como una brisa marina y dura todo el año. Por cierto, oye pueblo chino, ¿qué haces con la Gran Muralla?
-Atlacción tulística, 10 pens por tulista, suman 1000 millones de pens y pueblo chino come.
-El pueblo chino comería lo mismo, aún sin Muralla.Tenéis los campos, los mares y las montañas, pero no sabéis distribuir las tierras, las montañas y el mar. No necesitábais la Muralla, pero ya que la tenéis, ¿porque no la usáis como pista de patinaje a nivel mundial o como circuito del Jarama para las motos?
-¿Cilcuito? ¿Caja con glandes agujelos, viento de Nolte, viento del Sul?
-No, ese es otro circuito. Ves, pequeño pueblo chino, el hombre inventa muchas, muchísimas cosas, pero llama circuito el del aire, el del agua, el eléctrico y el de las motos. Luego existe el circuito cerrado, pero este te lo explico otra vez.
Hasta mañana. Descansa, pequeño pueblo chino, la Muralla te protege y vela tu sueño durante toda la noche.

Pequeño, gran pueblo chino, ¿cuándo abrirás los brazos al Amor de Dios que te espera? Di, pequeño, gran pueblo chino, no Le ves o es que no crees en Él?