Può il Signore, nato, risorto, ricominciare a parlare? Parlane tu, uomo incostante e derelitto. Parla tu di Dio incarnato e dirai:" In un tempo lontano, molto lontano, nacque a Betlemme un Signore." "Che Signore, dirai?" "Signore delle genti." "Che capiranno?Un Signore? Padrone assoluto? Re? Imperatore? Capo?" "Non so-dirà l'uomo assennato-un Signore, figlio di Dio." "E la madre?" "Figlia di Dio." "E io?" "Tu no, tu sei carnale."" Ma Lui, era carnale?" "Sì, in verità lo era." Era carnale, non era carnale? E così passeranno secoli e secoli a cercare di spiegare se Dio nato era carnale, non era carnale.
Chi era? Era te, era me, era ognuno degli esseri umani che, avviluppati nel cuore hanno invidia e bramosia, odio, rancore e maldicenza, accidia, ira, lussuria, gola. Bene! Che bel concetto dell'uomo! È tale.
E quel bambino una volta cresciuto, ha mormorato:" Io sono Dio, essenza del Padre." "Bestemmia! Blasfemo! Crucifige!" "Eh sì,crucifige pure, ma è così, Io sono figlio del Padre. Tu sei figlio/a del Padre." "Ma va! "
Lo hanno crocifisso e Io ti domando ora:"Sei figlio del Padre?" "Io no! Che domanda!" "Perché lo hai crocifisso?" "Io no, sono stati i romani." "Romani o marziani, quello che importa è il fatto reale: lo hai crocifisso, uomo banale e disumano."
Diatribe, liti, maneggi di potere e, conclusione: chi è Dio? È l'Universale. È tutte le cose. È me, è te, è lui, è lei. E come? Non lo saprai finché non accetterai che è là presente in ogni azione, pensiero, parola, idea. Quando saprai che è dentro ognuno degli esseri umani, saprai chi è Dio.
¿Puede el Señor que ha nacido y ha resucitado, volver a empezar a hablar? Habla tú de Él, hombre incostante e infeliz. Habla tú de Dios encarnado y dirás:" En un tiempo lejano, muy lejano, nació en Belén un Señor." "Qué Señor, dirás?" "El Señor de las gentes." "¿Qué entenderán? ¿Un Señor? ¿Dueño absoluto? ¿Rey? ¿Emperador? ¿Jefe?" "No sé-dirá el hombre sensato-un Señor, hijo de Dios." "¿Y la madre?" "Hija de Dios." "Y yo?" "Tú no, tú eres carnal." "Pero Él, ¿no era carnal?" "Sí, en verdad era carnal." ¿Era carnal o no era carnal? Y así pasarán siglos y siglos intentando explicar si Dios era carnal o no era carnal.
¿Quién era? Era tú, era yo, era cada uno de los seres humanos que tienen el corazón envuelto en la envidia y en la codicia, en el odio, en el rencor y en la maldicencia, en la desidia, en la ira, en la lujuria y en la gula. ¡Bien! ¡Qué buen concepto del hombre! Es así.
Y ese niño, una vez crecido, murmuró: "Yo soy Dios, esencia del Padre." "¡Blasfemia! ¡Blasfemo! ¡Crucifige (Crucifíjale)!" "Eh sí, crucifige, pero es así, Yo soy hijo del Padre. Tú eres hijo/a del Padre." "¡Anda ya!"
Lo han crucificado y yo ahora te pregunto: "Eres hijo del Padre?" "¡Yo no! ¡Vaya pregunta!" "¿Por qué le ha has crucificado?" "Yo no he sido, han sido los romanos." "Romanos o marcianos, lo que importa es el hecho real: le has crucificado, hombre banal y deshumano."
Diatribas, peleas, manejos de poder y, conclusión: ¿quién es Dios? Es el Universal. Es todas las cosas. Es yo, es tú, es él, es ella. Y, ¿cómo? No lo sabrás mientras no aceptes que Él está allí, presente en cada acción, pensamiento, palabra, idea.
Cuando sepas que está dentro de cada ser humano, sabrás quién es Dios.