miércoles, 30 de marzo de 2011
Cuento de la creación del ajo
Un día la Virgen decidió hacer una salsa especial. Cogió romero, guisantes y oregano y los puso a freir lentamente con un poco de agua caliente a lumbre mansa. El olor era delicioso y San José dijo:
-Falta el ajo.
-¿Qué es lo que falta?
-El ajoooo. He dicho ajo.
-Querías decir que falta el aceite.
-Quería decir ajo. A-JO. No es difícil de entender.
-Voy al huerto a ver si lo encuentro.
María se va al huerto con la cestita y cava y huele y busca, pero no encuentra nada que se le parezca al ajo.
-Oye, San José, mira que nosostros ajo no tenemos.
-¿Cómo que no? Lo sembré yo, las semillas me las dió Zebedeo que se las había regalado Jesús el día de su cumpleaños.
-¿Con que Jesús les regala las semillas a los demás y a nosotros no?
-¿Pero tú has vivido bien sin ajo hasta ahora ?
-Sí.
-Y entonces, ¿por qué te creas unas necesidades inútiles?
-Pero has sido tú el que ha hablado del ajo.
-Yo he dicho únicamente: falta el ajo, no he dicho: vete al huerto y busca el ajo que he sembrado con las semillas que Jesús le regaló a Zebedeo per su cumpleaños y que tan bien le iría a los gisantes, al oregano y al romero. He dicho únicamente: falta el ajo. ¿Es que te he dicho algo más?
-No.
-Y entonces, ¿qúe es toda esta historia? Voy al huerto a buscarlo, porque está bajo tierra, por eso no lo has visto, como las cebollas, los rábanos, la remolacha, las zanahorias. Bajo tierra, calentitos. María, ven aquí, que te enseño y te explico.
Puso un brazo alrededor de los hombros de María, y se dirigieron hacia la puesta del sol. El huertecito estaba al Oeste de la casita y, charlando y recordando, pasaron más allá del huertecito y caminaron a la orilla del riachuelo donde había sauces y juncos, y los pájaros cantaban antes de ir a dormir en sus nidos.
Y charlando y charlando, se olvidaron completamente de la cena y del ajo y de Zebedeo. El fuego se apagó solo. Jesús esa noche no iba a cenar, se había ido a Jerusalén a cenar con los amigos en el famoso Cenáculo. Probablemente por última vez.
Y el ajo creció y floreció y dio muchos problemas de digestión a más de un millar de estómagos humanos porque, para que no haga daño, hay que quitarle "el alma" y así se digiere bien y sienta bien a la salud.
Incluso en el ajo es el alma la que da problemas y se digiere peor porque no sabemos como administrarla.