Cuento de la creación de la madera
Un día el Señor caminaba por un camino lleno de piedras, y aunque intentaba evitarlas, y de hecho las evitaba, no era cómodo caminar allí. Miró a su alrededor. Estaba en el planeta de las piedras y pensó:
- Una piedra no sirve para nada. Necesitaría apoyarme en algo que fuera alto como Yo, o por lo menos que me llegara a las caderas, que no pesase demasiado, y fuera robusto, seguro y ligero. Veamos: robusto, seguro y ligero. ¿Un junco? No. Los juncos no los he inventado todavía, porque el agua aún no está puesta en los cañaverales, y además un junco no me sujetaría. ¿Una piedra? Larga y puntuda. No, ésa, si acaso, es una lanza y Yo no la invento. Desgraciadamente la inventará el hombre, en su libertad. Esta libertad me dará muchos quebraderos de cabeza. Pero no pensemos en eso ahora, ya tengo que estar atento a dónde pongo los pies con todas estas piedras. ¡Ya está bien! ¿Qué puedo inventar?
Allí cerca revolteaba un pájaro carpintero, y por mucho que picase las piedras, no lograba hacer un agujero. ¡Ni que lo hubieran hecho aposta! Piedras, pájaro carpintero, sol, sombra, una cosa ligera, segura y robusta: ¡la madera! ¡Claro, la madera!
Se dio un manotazo en la frente, porque Él ni a sí mismo se dice palabrotas, y dijo:
- ¡Vaya idea!
Y, ¡pliss, plass!, echó una semilla de la “Despensa arbororum magnorum silex et quercus”, editada por Mondadori, y en un relámpago (¿cómo se hace un relámpago? ¡No sé!), el plátano creció, echó muchas ramas, y una se secó enseguida, de modo que no hubiera que cortar una rama verde, y Dio la cogió con mucho cuidado, le quitó la corteza con una navajita mágica que llevaba siempre con Él, y se hizo un buen bastón, robusto, ligero y fuerte, y caminó tranquilamente entre las piedras, con el picoteo de fondo del pájaro carpintero que, por fin, podía picotear algo robusto y fuerte, pero dúctil y maleable.
Y así, Dios silbando, y el pájaro carpintero picoteando, nacieron millones de bosques, porque los ángeles que saben que, cuando el Señor hace una cosa, ellos tienen que hacerla igual por todas partes, sembraron casi toda la despensa de semillas “Arbororum magnorum silex et quercus”, editada por Mondadori, y todo fue un silbar y picotear, porque, desde el planeta de los pájaros, vinieron en bandadas pájaros de todos los colores, para poblar los bosques de la Tierra. Y bajo la sombra de sus hojas, nació el musgo, y por eso, en todos los pueblos de montaña, hay grandes piedras cubiertas de musgo, a la sombra de los árboles que son milenarios.
Más tarde el pájaro carpintero murió, pero había dejado dos huevos en el hueco del primer plátano, y de allí los dos pequeñuelos migraron por el mundo y así dice el refrán: “Pájaro carpintero que escarba, no encuentra alimento más que debajo de la corteza”, que quiere decir, que nunca hay que rendirse ante las dificultades, y hay que seguir hacia delante y abrirse un camino. A ser posible que no sea de piedras.