
Escucha, alguien viene. Es Dios que ondea sobre las orillas del río, sobre la claridad del sol, sobre la oscuridad de la noche, sobre el flotar de las islas en el mar, sobre la sombra que trasluce de entre los tupidos árboles, sobre la yedra trepadora que quiere llegar más arriba, sobre la espuma del mar impetuoso, sobre la hierba delante de la casa, sobre el corazón que anhela amor y alegría, sobre el halo de luz que cubre la lámpara encendida, sobre el fuego invernal que calienta la casa, sobre el heno que alimenta a los rebaños, sobre el lago que es un espejo de luz, sobre ti que esperas las Palabras de Dios que llueven como agua de lluvia sobre ti y sobre todo lo que te rodea: sobre el manzano, sobre el peral, el ciruelo, el nogal, el castaño, el castaño de la India, sobre las sandías tendidas en el sol, sobre las flores, sobre el tejado de tu casa, sobre el baño de los pajaritos en el agua de la lluvia recogida en el tiesto de las flores, sobre la hierba que cubre el jardín, sobre los campos lejanos, sobre la huerta, sobre la morera, sobre el tejado de viejas tejas expuestas en el sol. Así, sólo así, Yo te amo.