miércoles, 2 de mayo de 2012

Io ho decretato...Yo he decretado....


Io ho decretato invano leggi e sotto leggi e sotto-sotto leggi, ma l'uomo non entra in giudizio. Fugge, va, vaga, corre, cerca, si affanna, ritorna e poi? E poi ricomincia da capo: cerca, corre, fugge, non cessa di odiare, di cercare. Non cessa di amare? Sì, anche di amare, ma per poco, quel tanto da avere una moglie, un marito, una casa, un figlio, due, un lavoro, una macchina, qualche amico con cui uscire la sera a cena.Vita trionfante? Vita in sé denigrante. Povera maniera di impostare la vita. Povera maniera di aspettare di morire.
Io avevo decretato ben altra maniera, una maniera serena, cosciente, presente, divina, ma no, l'uomo cerca l'immediato, non si insedia dentro di sé a cercare, a guardare, a scoprire. No, non guarda, non cerca, non vede, non sa. E Io voglio che veda, che sappia, che dica: io ho Dio in me.
Lo dirà? Lo dirà e tu lo vedrai. Sì, lo vedrai ritornare ad amare la luce sul mare, sul fiume, sul lago. Anfratti scoscesi nasconderanno verità schiaccianti: l'uomo li scoprirà, ma dentro di sé
Dio in me: sette lettere dell'alfabeto: 7, non una di più, e là è racchiuso il sapere dell'uomo: la conoscenza che l'uomo ha di Dio. Dio in me. Ne farai un quadro e lo attaccherai dovunque tu vada, chiunque tu veda, chiunque si affacci alla vita: Dio in me, e resterà saturata, saziata per sempre la tua ansia di sapere, uomo qui sulla Terra.

Yo he decretado  en vano leyes, leyes y leyes,  pero el hombre no recapacita. Huye, va, vaga, corre, busca, se afana, vuelve, ¿y luego? Y luego vuelve a empezar de nuevo: busca, corre, huye, no cesa de odiar, de buscar. ¿No cesa de amar? Sí, también de amar, pero por poco, lo suficiente como para tener una mujer, un marido, una casa, un hijo, dos, un trabajo, un coche, algún amigo para salir por la noche a cenar. ¿Vida triunfante? Vida en sí denigrante. Pobre manera de impostar la vida. Pobre manera de esperar la muerte.
Yo había decretado una manera muy distinta, una manera serena, consciente, presente, divina. Pero no, el hombre busca lo inmediato, no se instala dentro de sí mismo para buscar, para mirar, para descubrir. No, no mira, no busca, no ve, no sabe. Y Yo quiero que vea, que sepa, que diga: yo tengo a Dios en mí.
¿Lo dirá? Lo dirá y tú lo verás. Sí, verás cómo volverá a amar la luz sobre el mar, sobre el río, sobre el lago. Anfractuosidades hendidas ocultarán verdades aplastantes: el hombre las descubrirá, pero dentro de él.
 Dios en mí: ocho letras del alfabeto: 8, ni una más, y allí está encerrada la sabiduría del hombre: el conocimientos que el hombre tiene de Dios. Dios en mí. Con estas palabras harás un cuadro y lo colgarás dondequiera que vayas, a quienquiera que veas, con quienquiera que se asome a la vida: Dios en mí, y quedará saturada, saciada para siempre tu ansia de saber, hombre aquí en la Tierra.