jueves, 31 de marzo de 2011

Cuento de la creación de la avispa.

Era un día muy caluroso y sereno, las abejas zumbaban alrededor de las flores y en la colmena la abeja reina, como todas las reinas de la Tierra, mandaba a diestras y a siniestras y solo quería que la sirvieran.
En las cocinas los zánganos preparaban platos nuevos y sabrosos, pero la abeja reina nunca estaba contenta. Los zánganos, sin aliento y sin fuerzas, le daban realmente los mejor que podían, tanto como zánganos que como cocineros. Pero, no había nada que hacer, la abeja reina hacía remilgos y decía que no a todo.
Pasaba por allí el Mago Merlín junior y se detuvo mirando: las abejas volaban en busca del polen, lo depositaban en las pequeñas celdas y así alimentaban las larvas que crecían tranquilas en la oscuridad y en el silencio de su cuna exagonal de cera.
lLa abeja reina, gorda, blanca y tumbada, cataba con la punta de su patita cada uno de los platos exquisitos y luego, si no le gustaba lo que había probado, lo chorreaba con violencia en la cara de zángano-cocinero.
Los zánganos-cocineros, entre ir y venir y cocinar y lavarse y cambiarse el delantal, no podían más y encima, por la noche, tenía otro trabajo, ya no como zánganos-cocineros, sino como zánganos-machos, que es aún peor. Y tampoco con eso estaba contenta.
Entonces el Mago Merlín junior, sin que le vieran, formuló las palabras mágicas:
"Al agua, al aguita
la abeja gordita
vuelva a la vida sin su cerita (habría que decir cera, pero no habría rima)
y sea una avispa aburrida y sin miel
ella que ha escupido toda su hiel."
Y la abeja reina de gorda que era se hizo delgada, y una vez que estuvo delgada, su cintura se hizo de avispay voló de flor en flor sin recoger el polen.
Hace sus celdas que son sí exagonales, pero son pequeñas, grises y sin vida.
Así va la historia. Quien mucho abarca poco aprieta, y a ella ya no la aprieta nadie aunque tenga una cintura de avispa.

Favola della creazione della vespa..

Favola della creazione della vespa

Era una giornata molto calda e serena e le api ronzavano intorno ai fiori e, nell’alveare, l’ape regina, come tutte le regine della Terra, si faceva servire, e i fuchi preparavano piatti nuovi e succulenti giù nelle cucine e l’ape regina non era mai contenta. E i fuchi, sfiatati e sfiancati, le davano veramente il meglio di sé, come fuchi e come cuochi. Ma non c’era niente da fare, l’ape regina, schizzinosa, diceva a tutto di no e faceva la difficile.

Passava di là il Mago Merlino junior e si fermò a osservare: le api volavano a prendere il polline, lo depositavano nelle cellule (piccole celle), ne nutrivano le larve che, tranquille, crescevano nel buio e nel silenzio della loro culla esagonale di cera, e l’ape regina, grassa, bianca e distesa, assaggiava ogni piatto prelibato con la punta della zampetta e poi schizzava in faccia al fuco-cuoco, se non le piaceva, quello che aveva assaggiato.

I fuchi-cuochi, tra andare e venire e cucinare e lavarsi e cambiarsi il grembiule, non ce la facevano proprio più, e poi, alla sera, avevano anche un altro lavoro, non più come fuchi-cuochi, ma fuchi-maschi, che è ancora peggio. E neanche qua era mai contenta. Allora il Mago Merlino junior, senza farsi vedere, formulò le parole magiche:

“All’acqua, all’acquetta

l’ape grassetta

torni alla vita

come vespa senza ceretta (sarebbe: senza cera, ma non farebbe rima)

e sia una vespa noiosa e senza miele

lei che ha sputato sempre tanto fiele.”

E l’ape regina da grassa diventò magra, e da magra le venne un vitino di vespa e svolazzò di fiore in fiore senza raccogliere il polline, e fa il suo alveare esagonale sì, ma piccolo e grigio e senza vita.

Così va la storia. Chi troppo vuole, nulla stringe. E lei non la stringe più nessuno, anche se ha il vitino di vespa.


È necessaria...Es necesaria...

È necessaria la risanazione di cose passate. Sofferenze passate. Giorni, mesi, anni, ore passati a ricordare con dolore le offese, le malegrazie, le parole inopportune di chi non sapeva parlare né con amore né con amicizia. Parlare né con amore né con amicizia è normale, dirai. Si, è normale. Le relazioni tra gli esseri umani sono insignite di un noto valore: l'indifferenza e, come tale, impera. Impera come impera l'invidia, la gelosia, la rabbia, l'odio, il rancore, l'acredine. L'indifferenza impera sovrana, sorella di che? Dell'invidia, della gelosia, dell'ira, della rabbia, dell'odio, del rancore, dell'acredine e cosí via. Padrona sovrana? Padrona sovrana. Regina del mondo. Regina del male.

Es necesaria la sanación de las cosas pasadas. Sufrimientos pasados. Días, meses, años, horas pasados recordando con dolor las ofensas, los desaires, las palabras inoportunas de los que no sabían hablar ni con amor ni con amistad. Hablar ni con amor ni con amistad es normal, dirás. Sí, es normal. Las relaciones entre los seres humanos están caracterizadas por un valor muy concido: la indiferencia y, como tal, domina. Domina así como dominan la envidia, los celos, la ira, el odio, el rencor, la acritud. La indiferencia domina soberana, ¿de qué es hermana? De la envidia, de los celos, de la ira, de la rabia, del odio, del rencor, de la acritud y así sucesivamente. ¿Dueña soberana? Dueña soberena. Reina del mundo. Reina del mal.

miércoles, 30 de marzo de 2011


Cuento de la creación del ajo

Un día la Virgen decidió hacer una salsa especial. Cogió romero, guisantes y oregano y los puso a freir lentamente con un poco de agua caliente a lumbre mansa. El olor era delicioso y San José dijo:
-Falta el ajo.
-¿Qué es lo que falta?
-El ajoooo. He dicho ajo.
-Querías decir que falta el aceite.
-Quería decir ajo. A-JO. No es difícil de entender.
-Voy al huerto a ver si lo encuentro.
María se va al huerto con la cestita y cava y huele y busca, pero no encuentra nada que se le parezca al ajo.
-Oye, San José, mira que nosostros ajo no tenemos.
-¿Cómo que no? Lo sembré yo, las semillas me las dió Zebedeo que se las había regalado Jesús el día de su cumpleaños.
-¿Con que Jesús les regala las semillas a los demás y a nosotros no?
-¿Pero tú has vivido bien sin ajo hasta ahora ?
-Sí.
-Y entonces, ¿por qué te creas unas necesidades inútiles?
-Pero has sido tú el que ha hablado del ajo.
-Yo he dicho únicamente: falta el ajo, no he dicho: vete al huerto y busca el ajo que he sembrado con las semillas que Jesús le regaló a Zebedeo per su cumpleaños y que tan bien le iría a los gisantes, al oregano y al romero. He dicho únicamente: falta el ajo. ¿Es que te he dicho algo más?
-No.
-Y entonces, ¿qúe es toda esta historia? Voy al huerto a buscarlo, porque está bajo tierra, por eso no lo has visto, como las cebollas, los rábanos, la remolacha, las zanahorias. Bajo tierra, calentitos. María, ven aquí, que te enseño y te explico.
Puso un brazo alrededor de los hombros de María, y se dirigieron hacia la puesta del sol. El huertecito estaba al Oeste de la casita y, charlando y recordando, pasaron más allá del huertecito y caminaron a la orilla del riachuelo donde había sauces y juncos, y los pájaros cantaban antes de ir a dormir en sus nidos.
Y charlando y charlando, se olvidaron completamente de la cena y del ajo y de Zebedeo. El fuego se apagó solo. Jesús esa noche no iba a cenar, se había ido a Jerusalén a cenar con los amigos en el famoso Cenáculo. Probablemente por última vez.
Y el ajo creció y floreció y dio muchos problemas de digestión a más de un millar de estómagos humanos porque, para que no haga daño, hay que quitarle "el alma" y así se digiere bien y sienta bien a la salud.
Incluso en el ajo es el alma la que da problemas y se digiere peor porque no sabemos como administrarla.

Favola della creazione dell'aglio


Favola della creazione dell’aglio

Un giorno la Madonna decise di fare una salsa speciale. Prese rosmarino, piselli e origano e li mise a friggere lentamente con un poco di acqua calda a fuoco lento. L’odorino era delizioso e San Giuseppe disse:

- Manca l’aglio.

- Che cosa manca?

- L’aglioooo. Ho detto aglio.

- Volevi dire olio.

- Volevo dire aglio. A-GLI-O. Sarà mica difficile!

- Vado a vedere nell’orto.

Maria va nell’orto col cestello e scava e annusa e cerca, ma non trova nulla che assomigli all’aglio.

- O San Giuseppe, guarda che l’aglio noi non l’abbiamo.

- Come no? L’ho seminato io, m’ha dato i semi Zebedeo che glieli ha regalati Gesù il giorno del suo compleanno.

- Così che Gesù regala i semi agli altri e a noi no?

- Ma tu sei vissuta bene senza aglio fino adesso?

- Sì.

- E allora, perché devi crearti delle necessità inutili?

- Ma guarda che sei stato tu a parlare di aglio.

- Io ho solo detto: manca l’aglio, non ho detto: va nell’orto a prendere l’aglio che ho seminato con i semi che Gesù ha regalato a Zebedeo per il suo compleanno, e che andrebbe così bene con i piselli e l’origano e il rosmarino. Ho solo detto: manca l’aglio. Ti ho forse detto qualcosa di più?

- No.

- E allora cos’è tutta ‘sta storia? Vado io nell’orto a prenderlo, perché è sotto terra, per questo non lo hai visto, come le cipolle, le rape, le rave rosse, le carote. Sotto terra, al calduccio. Vieni qua, Maria, che ti faccio vedere e ti spiego.

E, messo un braccio intorno alle spalle a Maria, si avviarono verso il tramonto del sole. L’orticello era a Ovest rispetto alla casetta e, chiaccherando e ricordando, passarono oltre l’orticello e andarono lungo il ruscello dove c’erano i salici e i giunchi, e gli uccelli cinguettavano prima di andare a dormire nel nido.

E chiacchierando chiacchierando, si dimenticarono completamente della cena e dell’aglio e di Zebedeo. Il fuoco si spense da solo. Gesù quella sera non veniva a cenare, era andato a Gerusalemme a cenare con gli amici nel famoso Cenacolo. Forse per l’ultima volta.

E l’aglio crebbe e fiorì e diede molti problemi di digestione a più di un migliaio di stomaci umani, perché, perché non faccia male, gli si deve togliere “l’anima” e così si digerisce bene e fa bene alla salute. Anche nell’aglio è l’anima quella che dà problemi e si digerisce peggio perché non sappiamo come gestirla.


Cuento de la creación del bien y del mal


Cuento de la creación del bien y del mal

El Señor, entristecido, por así decirlo, por todo el mal que reinaba en la Tierra, decidió acabar con él. Tomó un inmenso espejo y lo colocó sobre la Tierra, de modo que cada hombre viera reflejado cada uno de sus actos, y los viese como son en realidad, sin tapujos.

Y, ¿qué pasó? Pasó que el sol, que es muy entrometido, se asomó a aquel gran espejo, y desde entonces el hombre no ve nada, porque está deslumbrado por la luz del so. De ese forma, deslumbrado por la luz del sol, de día, y envuelto en la oscuridad por la noche, el hombre comete los errores que luego no sabe cómo curar. Espera la luz del día y no los ve, espera la oscuridad de la noche y no los ve.

Y entonces el Señor pensó: “Cualquier cosa que haga, el hombre la puede pisotear, tergiversar, oprimir y despreciar, pero llegará el día en el cual verá el espejo que tiene encerrado en su corazón, y comprenderá que no existe ni el bien ni el mal, sino sólo el Bien, en sentido total y absoluto, y lo verá porque, dentro de él, no se trata de días o de noches, se trata de Dios, de Su presencia, y allí, en Su Luz, todo es claro, puro, nuevo y perenne. Pero sólo en el Bien.”

Favola dela creazione del bene e del male


Favola della creazione del bene e del male

Rattristato (per modo di dire), il Signore, per tutto il male che regnava sulla Terra, decise di farla finita. Prese un immenso specchio e lo mise sopra la Terra perché ogni uomo vi riflettesse ogni sua azione e la vedesse così com’è veramente, senza tappo. E cosa successe? Successe che il sole, curioso, si affacciò a quel grande specchio e così l’uomo non vede niente, perché è abbagliato dalla sua luce e così, abbagliato dalla luce, di giorno, e avvolto nel buio, di notte, l’uomo commette gli errori che poi non sa come fare a curare: aspetta la luce del giorno e non li vede, aspetta l’oscurità della notte e non li vede.

E allora il Signore pensò: “Qualunque cosa Io faccia, l’uomo la può calpestare, tergiversare, opprimere e disprezzare, ma verrà il giorno in cui vedrà dentro lo specchio che ha racchiuso nel Cuore e capirà che non esiste né il bene né il male, ma solo il Bene in senso totale e assoluto e lo vedrà, perché, dentro di sé, non è questione di giorno o di notte, è questione di Dio, Sua Presenza, e lì, nella Sua Luce, tutto è chiaro e puro e nuovo e perenne. Ma solo nel Bene.”