martes, 22 de marzo de 2011

Cuento de la creación del sentido del humor



El Señor estaba cansado, había creado las estrellas y los planetas y los perros y los gatos y las liebres y los conejos. Aunque parezca mentira, los perros y los gatos no eran amigos, es más, se odiaban profundamente, y las liebres y los conejos estaban siempre huyendo de algo: salta tú que salto yo también. Era todo un saltar de colas blancas.

- Y, ¿si al gato le hago el cuello más largo?

- Ya no será un gato. – dijo la voz que iba siempre con Él.

- ¿Y si le alargo las patas, y le pongo dos cuernecitos en la cabeza, y le pongo manchas en la piel, y la cola muy corta, muy corta, y dos ojazos muy grandes, muy grandes, y las pestañas las hago muy largas, muy largas?

- Ya no será un gato, será una girafa.

- ¿Qué nombre has dicho?

- Gi-ra-fa.

- Y eso, ¿qué es?

- Lo que acabas de dibujar: cuello largo, patas largas, la piel con manchas, ojazos muy grandes, muy grandes, pestañas muy largas, muy largas, unos cuernecitos en la cabeza: GI-RA-FA.

- Vale, vale, he entendido, no hace falta que grites. Si por cada invento reaccionas así, no vuelvo a contarte nada. Tú acepta lo que hago y aplaude, y ya está. Si luego algo no te gusta, me lo dices, y Yo a lo mejor lo cambio. ¿De acuerdo?

- De acuerdo.

- Y si tomo un perro y lo inflo, y le pongo una piel muy dura, muy dura, y un cuerno en el hocico, y dos orejas grandes, y dos ojitos pequeños, y las patas cortas, y una colita de nada, ¿qué perro es?

- Es un rinoceronte.

- Y, ¿si le inflo, le pongo unos dientes muy grandes y le meto en el agua y le hago casi anfibio?

- Un hipopótamo.

- Y, ¿si le pinto unas rayas, y le doy una cabeza de caballo y un cuerpo de mulo?

- Es una cebra, pero el caballo y el mulo todavía no los has creado.

Con una explosión de risas que sacudió el Cosmos desde sus propios cimentos, el Señor se dio un manotazo (divino) en una pierna y dijo:

- Es verdad.

Y venga a reír. Porque Él, con su enorme velocidad mental, piensa las cosas antes de crearlas. Esto le ocurre sólo a Él, porque, en Él, el pasado, el presente, y el futuro coexisten y son lo mismo.

Y aquel día, siempre con la voz que se reía también, Dios creó el sentido del humor, alargando una pata, acortando una cola, haciendo más grande una oreja, y entre los dos, Él y Su voz siempre cerca de Él, llenaron el mundo de animales y de insectos, y de roedores y de pájaros. Y se rieron tanto, que por la noche estaban rendidos de cansancio y, para colmo de los colmos, en un furibundo ataque de risas, hicieron salir lava de un monte. El más sorprendido naturalmente fue el monte, porque se consideraba duro e inalterable, y no, es fluido y caliente y absolutamente cambiable. Porque todo en la naturaleza puede y debe cambiar. Sólo Él es inalterable, pero Él lo puede todo, que es muy distinto.