miércoles, 30 de marzo de 2011

Cuento de la creación del bien y del mal


Cuento de la creación del bien y del mal

El Señor, entristecido, por así decirlo, por todo el mal que reinaba en la Tierra, decidió acabar con él. Tomó un inmenso espejo y lo colocó sobre la Tierra, de modo que cada hombre viera reflejado cada uno de sus actos, y los viese como son en realidad, sin tapujos.

Y, ¿qué pasó? Pasó que el sol, que es muy entrometido, se asomó a aquel gran espejo, y desde entonces el hombre no ve nada, porque está deslumbrado por la luz del so. De ese forma, deslumbrado por la luz del sol, de día, y envuelto en la oscuridad por la noche, el hombre comete los errores que luego no sabe cómo curar. Espera la luz del día y no los ve, espera la oscuridad de la noche y no los ve.

Y entonces el Señor pensó: “Cualquier cosa que haga, el hombre la puede pisotear, tergiversar, oprimir y despreciar, pero llegará el día en el cual verá el espejo que tiene encerrado en su corazón, y comprenderá que no existe ni el bien ni el mal, sino sólo el Bien, en sentido total y absoluto, y lo verá porque, dentro de él, no se trata de días o de noches, se trata de Dios, de Su presencia, y allí, en Su Luz, todo es claro, puro, nuevo y perenne. Pero sólo en el Bien.”